“Estamos bien”, informó un lacónico Neil Armstrong, a 25 segundos del despegue de la misión Apolo 11.

Instantes después, a las 09.32 del 16 de julio de 1969, el cohete Saturno V cobró vida en la plataforma A del complejo de lanzamiento 39 del Centro Espacial Kennedy.
En tierra, un millón de personas, entre los que había 2.700 reporteros, periodistas y personalidades, contenían el aliento, soportando el calor y equipados con gafas De sol, telescopios y prismáticos.
De camino a la luna
La llegada a la Luna resultó ser el programa espacial más costoso del gobierno estadounidense, una carrera sin cuartel contra la Unión Soviética y la única ocasión en la que el hombre ha pisado fuera del planeta Tierra.
El histórico Apollo 11, que estaba integrado por un módulo de comando, Columbia, y el módulo lunar Eagle, viajó poco más de 386.000 kilómetros desde la Tierra en una odisea que duró 76 horas.

Tras el aterrizaje el módulo quedó con combustible para menos de 40 segundos más.
Los cinco motores F-1 tardaron nueve segundos en llegar a la máxima potencia, alcanzando un consumo de 13.000 litros de hidrógeno y oxígeno líquidos por segundo.
Tenían capacidad para producir 3,4 millones de kilogramos de empuje.
En ese momento, los pernos explosivos saltaron y el Saturno V, con sus 111 metros de altura y 3.000 toneladas, comenzó a ascender pesadamente, mientras cinco brazos metálicos de 20 toneladas se abrían como una flor en la torre de lanzamiento.
El trueno tardó 15 segundos en llegar hasta los espectadores, causando un clamor comparable a “un ladrido ensordecedor de mil ametralladoras que disparan al mismo tiempo”, según escribió Norman Mailer.
“¡Aaaah!” gritaba la muchedumbre, entre vítores que bien podrían haber sido lamentos de angustia.
Enseguida, la primera fase del cohete consumió sus 2.008.994 kg de combustible.
12 minutos después de despegue, la misión Apolo 11 estaba en órbita. A sus mandos estaba el comandante Neil Armstrong, Buzz Aldrin, piloto del módulo lunar y Michael Collins, piloto del módulo de mando.
No se llevaban muy bien, pero demostraron ser profesionales extraordinarios, en parte gracias al entrenamiento más intensivo de toda su carrera.
Caminata lunar
A las 10:56 P.M. del 20 de julio (hora atlántica de EEUU – 03:56 de la madrugada del 21 de julio, hora peninsular española-), Armstrong descendió por una escalerilla con su traje espacial y puso el pie izquierdo sobre la Luna.
Sus primeras palabras fueron
“Estoy al pie de la escalerilla. Las patas del Aguila sólo han deprimido la superficie unos cuantos centímetros. La superficie parece ser de grano muy fino, cuando se la ve de cerca. Es casi un polvo fino, muy fino. Ahora salgo de la plataforma”.
Luego diría la frase histórica: “Este es un pequeño paso para el hombre; un salto gigantesco para la Humanidad”.
Aldrin le siguió 19 minutos más tarde y tras reunirse con Armstrong, exclamó “¡Qué magnífica desolación!”. La nave había alunizado en el área denominada “El Mar de la Tranquilidad”, una vasta extensión de fina arena y roca.
Poco después, los dos astronautas clavaron en el suelo una bandera de Estados Unidos y hablaron por radio con el presidente Richard M. Nixon en la Casa Blanca.
Ambos estuvieron caminando más de dos horas por la Luna. Recogieron más de 20 kilos de muestras del suelo, tomaron fotografías y colocaron un artefacto para detectar y medir el viento solar, un reflector de rayos láser y un sismógrafo.
Mientras los astronautas realizaban su misión en la superficie, Michael Collins mantuvo en órbita el “Columbia”, a una distancia de aproximadamente 111 kilómetros de altura.
El regreso del Apolo 11 se realizó sin contratiempos y el 24 de julio de 1969, 8 días después de iniciada la misión, la nave cayó sobre las aguas del Océano Pacífico, cerca de Hawai, donde lo esperaba el portaaviones Hornet para recogerlos.
La proeza, que llegó a considerarse uno de los momentos más importantes de la humanidad, junto al dominio del fuego o la invención de la rueda, necesitó diez años de preparación para ser llevada a cabo con éxito, del trabajo de 350.000 personas y de 24.000 millones de dólares.
Las misiones Apolo
Previamente, el 25 de mayo de 1961, el presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy, se trazó una meta como líder de este país, de que fuera una misión estadounidense la primera en la historia en hacer que un hombre llegara a la Luna y regresara sano y salvo a la Tierra.
“Ningún proyecto espacial único en este período será más impresionante para la humanidad o más importante para la exploración a gran distancia del espacio; y ninguno será tan difícil o costoso de lograr”
Expresó Kennedy, como pronosticando la dificultad de la misión que ocurriría casi una década después.
Al año siguiente, para el 21 noviembre de 1962, en plena Guerra Fría, la idea parecía inamovible en la mente de Kennedy, quien le dijo al administrador de la NASA, James Webb, que la llegada del hombre a la Luna se trataba de una carrera contra los rusos.
“Todo lo que hagamos [en el espacio] debería estar relacionado con llegar a la Luna por delante de los rusos”.
Seis años después, el viaje iniciaría. Así fue la llegada del hombre a la Luna hoy son 50 años de este magnifico evento.
Isabel Cisneros